Autor: mamasincuentos9

  • ¿Las madres que se quedan en casa no trabajan? ¿Y las que trabajan fuera son egoístas?

    Hay algo que me sigue dando vueltas en la cabeza desde que soy mamá.

    Y es esta guerra silenciosa (y a veces muy ruidosa). Entre las que “se quedan en casa” y las que “salen a trabajar”.

    ¿Cuándo se nos ocurrió que hay una forma correcta de maternar?

    Porque si estás en casa todo el día con tu bebé, escuchás frases como:

    “¿Y no trabajas?”

    Ay, qué suerte, todo el día en pijama y sin jefes.”

    Y si decides volver a tu trabajo, aunque sea por necesidad, te cae la culpa disfrazada de opinión ajena:

    Yo no podría dejar a mi bebé con otra persona.”

    El dinero no lo es todo, los hijos crecen rápido.

    ¿Entonces? ¿Hagas lo que hagas, vas a estar equivocada?

    Me cuesta entender por qué en lugar de apoyarnos, seguimos juzgándonos como si lo supiéramos todo.

    Como si elegir distinto fuera una amenaza.

    La maternidad ya es un terreno bastante duro como para encima tener que dar explicaciones todo el tiempo.

    Ser mamá en casa es agotador.

    Ser mamá y trabajar afuera también.

    Y ambas cosas son válidas.

    ¿Y sabés qué? Todo lo que hacemos, lo hacemos por nuestros hijos.

    Desde distintos lugares, con distintas herramientas.

    Pero con el mismo amor.

    Ahora quiero leerte a ti:

    • ¿Sentiste alguna vez que te juzgaron por trabajar o por quedarte en casa?

    • ¿Creés que hay una forma “más correcta” de ser mamá?

    • ¿Qué elegirías si no existiera ni la culpa ni el qué dirán?

    Cuentame en los comentarios o comparte este post con otra mamá que necesite saber que no está sola.

    Y no lo olvides, ¡lo estas haciendo muy bien!

  • Posparto: lo que nadie te dice sobre tu cuerpo y tus hormonas (hasta que ya es tarde).

    Si pensabas que el embarazo era un desmadre, bienvenida al posparto, donde tu cuerpo parece una bolsa de aire desinflándose y tus hormonas te hacen sentir como en una montaña rusa sin cinturón de seguridad. Un día estás enamorada de tu bebé y al siguiente lloras porque se te acabó el café. Sin cuentos: esto es fuerte, pero pasa.

    Tu útero se contrae, tus pechos parecen rocas y la panza sigue ahí como si el bebé se la hubiera olvidado. Pero lo peor es el cóctel hormonal: la caída del estrógeno y la progesterona te deja en un limbo emocional donde puedes pasar de la euforia a la tristeza en segundos. Una dia llore media hora porque mi esposo me trajo exactamente lo que yo había pedido de comer…..¡Si! una cantidad de emociones desbordantes.

    ¿Cómo sobrevivir sin caer en remedios mágicos? Lo mas básico : sal a caminar sola aunque sea 10 minutos y escribe lo que sientas sin filtros. También es importante pedir ayuda antes de colapsar. Para evitar la depresión posparto, lo real es esto: habla con alguien que te escuche sin juzgar y acepta que no tienes el control y que no tienes que hacerlo todo sola.

    Si hoy sientes que no puedes más, respira. Esto no define quién eres ni cuánto amas a tu bebé. Lo estás haciendo increíble y aunque ahora parezca eterno, un día te darás cuenta de que sobreviviste… y de que volviste a ser tú.

  • La alimentación complementaria: el primer trabajo en equipo con tu bebé

    Cuando llega la hora de la alimentación complementaria, muchas mamás nos sentimos como chefs de un restaurante de lujo… para un comensal que no paga, no deja propina y, además, hace caras de asco ante nuestras mejores creaciones.

    Este proceso es clave para que tu bebé descubra nuevos sabores y obtenga los nutrientes que necesita, pero también es el primer gran trabajo en equipo que tendrás con él. Aquí no hay prisas: cada bebé tiene su ritmo, y forzarlo solo hará que la hora de la comida se vuelva un campo de batalla en lugar de un momento bonito.

    Ahora, hablemos de las arcadas… Porque sí, ¡las habrá! Yo, ilusionadísima, le di a mi bebé un puré de plátano con un toque de canela. Él abrió la boca, lo probó y, en cámara lenta, empezó a hacer una mueca de horror. Luego, la temida arcada. Yo entré en pánico, él estaba perfectamente bien… hasta se rió. Resultado: mamá traumada, bebé feliz.

    Así que, respira, ríete y disfruta. No pasa nada si un día come tres cucharadas y al siguiente nada. No te estreses si hace caras raras o si termina con más comida en la cabeza que en la boca. Poco a poco, su paladar y su confianza crecerán.

    Lo estás haciendo increíble, mamá. No se trata de que coma perfecto desde el día uno, sino de enseñarle que la comida es amor, compañía y disfrute. Así que ponte el delantal, ten la cámara lista (para el recuerdo, no para la presión) y deja que este primer trabajo en equipo sea una experiencia divertida y sin culpas.

    ¡Ánimo, que aquí todas sobrevivimos!

  • “Ser mamá no solo es amor, también es renunciar en silencio”

    Conforme pasan los días, entiendo un poco más las caras con mil sentimientos de las mamás en los pasillos del supermercado.

    En el mundo de la maternidad, existen muchas renuncias silenciosas que, además de ser poco valoradas, terminan volviéndose invisibles con la frase: “eres la mamá”.

    -Renunciamos al descanso real-

    Dormir profundamente ya no es una opción. Estamos en modo alerta 24/7… “Eres la mamá”.

    -Renunciamos a comer con tranquilidad-

    Las comidas relajadas quedaron en el olvido. Y eso, si llegas a comer entre atender al bebé… “Eres la mamá”.

    -Renunciamos a nuestro cuerpo como lo conocíamos-

    La maternidad transforma nuestro cuerpo, sí o sí, y no hay una manera fácil de aceptarlo.

    -Renunciamos a tener el control-

    Por más que seas la reina de la planificación, la maternidad te enseña que hay días que simplemente se salen de tu control.

    -Renunciamos al reconocimiento-

    Nadie te da una medalla por posponer tus sueños, sacrificar tu tiempo o estar disponible 24/7. Pero ahí sigues, sosteniendo todo en silencio… “Eres la mamá”.

    -Renunciamos a decidir por nosotras mismas-

    Cada elección ahora tiene en cuenta a otro ser humano. Desde qué comer hasta a qué hora dormir… “Eres la mamá”.

    Al final, la maternidad es un acto constante de amor y renuncia, pero ¿quién lo reconoce? Lo preocupante es cuando renunciamos también a lo que nos da balance emocional y estabilidad.

    No estás sola. Somos muchas las que recorremos este camino que, irónicamente, se siente solitario, aunque, al ser mamás, nunca volvemos a estar solas.

    Y aunque renunciamos a muchas cosas, ganamos otras que no cambiaríamos por nada… pero eso no significa que no duela dejar atrás partes de nosotras mismas

    Y nunca lo olvides. !Lo estas haciendo muy bien¡

  • “Cosas que juré que haría como mamá y la crianza se echó a reír en mi cara”

    1.- “Mi hijo no verá pantallas” → Ja, claro, ahora los vengadores me crían

    2.-. “No lo voy a cargar tanto” → Me volví su Uber 24/7

    3. “Dormiré cuando él duerma” → ¿Y a qué hora vivo?

    4. “No voy a gritarle nunca” → ¡Baja de ahí, te vas a matar!

    5. “Voy a ser la mamá más relajada” → Googleando “color normal de popó de bebé”

    Y ahí estaba de nuevo, respirándome en la nuca, una de las lecciones más grandes de la maternidad: no todo lo puedes controlar.

    Déjalo ir. No todo lo que te dicen que debes hacer es lo ideal para tu bebé. Él o ella es único/a, y las expectativas externas no definen quién eres como mamá. Nadie sabe lo que tu bebé necesita mejor que tú. Confía en tu intuición, que es la mejor guía que tienes.

    y nunca lo olvides. Lo estás haciendo muy bien!

  • “SOÑÉ con la lactancia perfecta, pero el dolor me despertó.”

    Aún recuerdo cuando, muy feliz de la vida, caminaba por el pasillo de maternidad eligiendo mis pads anti escurrimiento, bolsitas para mi banco de leche, recolectores de leche materna y los más caros y hermosos extractores. Me recuerdo y me doy ternura.

    Mi mamá me dio pecho. Mis abuelas dieron pecho. Todas mis tías dieron pecho. YO, OBVIAMENTE, iba a dar pecho. Soy una mujer sana, tuve un embarazo sin complicaciones, siempre me ha gustado la alimentación saludable, hago ejercicio, tomé cursos… en fin, estaba lista.

    Y entonces llegó mi hermosa bebé. A la semana de su nacimiento, tenía los dos pezones destrozados, molidos, en serio, en carne viva. Y yo, con el corazón hecho pasa, no entendía qué pasaba. ¿No era lo más normal dar pecho?

    Un día, mientras temblaba de dolor al alimentarla, mi bebé vomitó sangre. El susto de mi vida. Ya no sabía qué me daba más terror: si el dolor que sentía o verla vomitar sangre. Me enteré de que era MI sangre y, con el corazón roto, miré a mi esposo. Él, con ojos de súplica, me dijo: Ya, por favor, para. Dale fórmula. Te duele demasiado.”

    Fui a cursos. Tenía todo lo necesario. Consulté a una asesora de lactancia antes y después del embarazo. Me aferré. Pero no se dio. El estrés y el dolor no ayudaron a producir más leche y perdí mi primera batalla en la maternidad: LA LACTANCIA.

    Me dejó una gran lección: no todo lo podemos controlar. Si no pudiste o no quisiste, sigues siendo una gran mamá. Tu bebé te necesita en paz.

    Suéltalo. Lo estás haciendo muy bien.

  • “6 consejos que NO funcionan cuando tienes hijos”

    Aunque la gente insiste en darlos como si fueran soluciones mágicas. Si eres mamá, seguro has escuchado más de uno y has volteado los ojos hasta Marte.

    1.- “Solo necesitan una cita romántica

    • Claro, fingir que no tienes un bebé pegado a ti 24/7 es súper fácil, total lo dejamos que se quede en casa a descansar.

    • Cuando logras salir, la conversación termina siendo sobre pañales, leche y si el bebé durmió.

    * Lo que realmente funciona: Más que una cena fancy, dividir responsabilidades para que ambos tengan energía de conectar.

    2.- “Duerme cuando el bebé duerma”

    • ¿Y la casa? ¿La comida? ¿La ropa? ¿El trabajo? ¿La higiene básica?

    • Si dormimos cuando el bebé duerme, lo siguiente será “vive cuando el bebé viva”.

    * Lo que realmente funciona: Aceptar que el sueño nunca será igual, pero turnarse con la pareja o pedir ayuda puede hacer la diferencia.

    3.- “Lo que necesitas es organizarte mejor

    • Como si el caos fuera un tema de agenda y no de ser responsable de otro ser humano 24/7.

    • Hay días en los que ni la mejor planificación salva del desastre.

    * Lo que realmente funciona: Aprender a soltar, pedir ayuda y dejar de exigirse tanto.

    4.- Todo pasa rápido, disfruta cada momento

    • No, no estoy disfrutando cuando llevo tres días sin dormir.

    • Es válido reconocer que hay etapas difíciles sin sentirse culpable.

    * Lo que realmente funciona: Aceptar que no todo se disfruta y eso no te hace mala madre.

    5.- “Deja que el papá ayude”

    • “Ayude” implica que es un favor, no una responsabilidad compartida.

    • Muchas veces hay que darle instrucciones detalladas y eso agota aún más.

    * Lo que realmente funciona: Hacer equipo desde el inicio, no delegar sino repartir responsabilidades equitativamente

    6.- “Si lo amamantas, el vínculo con tu bebé será más fuerte”

    • El vínculo se construye con amor, no con una teta.

    • Decir esto solo agrega más culpa a las mamás que no pudieron o no quisieron amamantar.

    * Lo que realmente funciona: El bebé necesita amor, cuidados y presencia, no solo leche materna.

    ¿Cuáles te han dicho a ti?

    Si te han dado algún otro “consejo mágico” que no sirvió, cuéntamelo para hacerle su debida disección.

  • “Madres criando madres: el círculo que nunca termina”

    Existe un ser divino que nos acompaña durante toda la maternidad: nuestra mamá. Es increíble notar que, mientras tu recién nacido depende de ti, tú dependes de ella. Paradójicamente, te conviertes en su bebé de nuevo al mismo tiempo que te conviertes en madre.

    “Yo cuido al bebé, come tú primero” debería ser la frase ganadora de mil batallas en pleno posparto. “No te preocupes, duerme otro rato, yo lo vigilo” es otra de esas frases que te devuelven el alma al cuerpo cuando, entre las 3 y las 5 a.m., ni siquiera recuerdas si sigues existiendo.

    Las desveladas, el cansancio, el hambre y el caos de oler a leche todo el día se sienten más ligeros cuando el ángel de la maternidad está contigo. Sus consejos y su experiencia han sido tu base desde que tienes memoria. Un día curó tus rodillas raspadas.

    Hoy te cura el alma, siendo la abuela más amorosa, cuidando a tu bebé mientras un baño caliente te recuerda que estás lista para ser como ella: una gran mamá.

    Un agradecimiento especial a todas las mamás que sostienen a otras mamás.

    Que nunca nos falten.

  • “Me engañaron: la maternidad no es como la pintan”

    Me dijeron que la maternidad era hermosa, pero nadie me avisó del terror de la culpa constante que la acompaña. Me dijeron que lloraría de amor al escuchar su corazón, que su primera patada la recordaría toda la vida y que, al ver el primer ultrasonido, me enamoraría por completo. ¡No pasó! Me pregunté miles de noches: ¿hay algo mal conmigo? ¿Por qué no siento ese amor mágico instantáneo?

    Me dijeron: “Disfruta cada momento, tómale fotos a tu pancita”. Ni siquiera podía verme al espejo porque no me reconocía. Sumado a eso, el cóctel de hormonas no me dejaba disfrutar y volvió mi amiga, la culpa, otra vez. Me hizo cuestionarme noches enteras: ¿hay algo mal conmigo? ¿Será que en el fondo no deseo a mi bebé? ¿Por qué no siento ese amor instantáneo del que todas las mamás hablan?

    Me dijeron que desarrollaría el instinto materno: “Estarás alerta para atender a tu bebé y no le faltará nada”. ¡No pasó! La primera semana posparto estuve tan cansada que un día me quedé dormida y no lo escuché llorar. Cuando mi mamá me despertó, lloré junto a mi bebé: ella de hambre y yo de culpa, porque el instinto materno no hizo su mágica aparición esa noche. Y volvieron las preguntas: ¿hay algo mal conmigo? ¿Acaso soy yo la que no sirve para ser mamá? ¿Cómo puedo confiar en mí?

    Me dijeron que la maternidad es hermosa, pero nadie me avisó de la montaña rusa a la que estaba por subirme. Por las noches dudaba de mí hasta que el sueño me vencía, y por las mañanas, con una sonrisa de mi bebé, podía con todo. A pesar del caos, todas encontramos nuestra propia manera de ser mamás, sin cuentos ni edulcorantes.

    No hay nada mal en ti. Es imposible disfrutar cada segundo. ¡Lo estás haciendo muy bien!