Hay algo que me sigue dando vueltas en la cabeza desde que soy mamá.
Y es esta guerra silenciosa (y a veces muy ruidosa). Entre las que “se quedan en casa” y las que “salen a trabajar”.
¿Cuándo se nos ocurrió que hay una forma correcta de maternar?
Porque si estás en casa todo el día con tu bebé, escuchás frases como:
“¿Y no trabajas?”
“Ay, qué suerte, todo el día en pijama y sin jefes.”
Y si decides volver a tu trabajo, aunque sea por necesidad, te cae la culpa disfrazada de opinión ajena:
“Yo no podría dejar a mi bebé con otra persona.”
“El dinero no lo es todo, los hijos crecen rápido.”
¿Entonces? ¿Hagas lo que hagas, vas a estar equivocada?
Me cuesta entender por qué en lugar de apoyarnos, seguimos juzgándonos como si lo supiéramos todo.
Como si elegir distinto fuera una amenaza.
La maternidad ya es un terreno bastante duro como para encima tener que dar explicaciones todo el tiempo.
Ser mamá en casa es agotador.
Ser mamá y trabajar afuera también.
Y ambas cosas son válidas.
¿Y sabés qué? Todo lo que hacemos, lo hacemos por nuestros hijos.
Desde distintos lugares, con distintas herramientas.
Pero con el mismo amor.
Ahora quiero leerte a ti:
• ¿Sentiste alguna vez que te juzgaron por trabajar o por quedarte en casa?
• ¿Creés que hay una forma “más correcta” de ser mamá?
• ¿Qué elegirías si no existiera ni la culpa ni el qué dirán?
Cuentame en los comentarios o comparte este post con otra mamá que necesite saber que no está sola.
Y no lo olvides, ¡lo estas haciendo muy bien!
